Esto no tiene nada que ver con poner la mente en blanco ni nada por el estilo, meditar según el diccionario es aplicar con intensidad la mente en el análisis de una cuestión.
Y de esta definición vamos a partir. Sé que una persona aplicada en la meditación entiende perfectamente la definición de la meditación, sin embargo una gran mayoría de gente influenciada por los medios de comunicación masiva tenemos la falsa idea de asociar la meditación con una persona que se olvida del mundo real y se aisla dejando la mente en blanco.
Por eso quiero partir de la definición del diccionario porque se trata exactamente de lo contario de activar la mente, de “echar a andar” ese músculo que lo hemos dejado adormecido por no aplicarlo correctamente.
Cuando cultivas el hábito de lectura de la Bibia es imposble que no te impacten ciertos pasajes.
Con mucha frecuencia los versículos de las Escrituras nos dejan una huella de por vida. Y cuando meditamos en ella ese impacto crece exponencialmente.
No se trata de hacer un método de meditación, no se trata de hacer fórmulas express que funcionen de la noche a la mañana.
Meditar requiere tiempo.
Es como los buenos vinos entre más tiempo se les deje reposar mejor saben. Igual es la Biblia mientras más le dediques tiempo a meditar en ella mejores resultados te dará.
Y para lograrlo no se necesitan “guias” detallando los pasos para lograrlo. Lo que se necesitan son principios.
Principio número uno.
Confia en la Biblia. Empieza a leerla y cuando un pasaje le llame la atención, te impacte poco o mucho pero que haya algo que te llame la atención, no lo sueltes, agárrelo.
Literlmente como si tuvieras garras y no dejes que las actividades de la vida cotidiana te quiten ese pasaje. No dejes que ninguna disrtacción te robe tu tesoro.
Sujétalo bien fuerte. Si depositas tu confianza en la Biblia encontrarás diariamente material para meditar y una vez que llege “el golpe” de la Escritura, no lo dejes.
Principio número dos.
Memoriza lo más que puedas el o los pasajes que le impactaron, escríbelo en una tarjetita que quepa en tu bolsillo y empieza por memorizar el versículo, este simple paso abre un panorama que amplía nuestro entendimiento y desde este momento empezamos a profundizar en la Palabra.
Principio número tres.
Analiza cada párrafo, cada palabra y cada verbo.
Lee el párrafo tratando de analizarlo con el contexto de la escritura completa que está leyendo, medita en cada palabra que se encuentra en el versículo, si existe alguna que no comprendes bien, ve al diccionario, muchas veces esto hace que podamos visualizar el pasaje de otra manera más grande de lo que habíamos entendido.
Analiza cuidadosamante los verbos en los que está escrito el pasaje.
Esto es de suma importancia, ya que un pasado puede cambiar radicalmente nuestro entendimiento si fuera futuro o presente y viceversa.
Por último estuda los lugares y costumbres de la época. Esto nos da una imagen global del pasaje. Yo se que no es fácil y que no se logra de inmediato, pero si nos aplicamos, en un poco de tiempo estaremos profundizando en la Escrituras.
Principio número cuatro.
Házte preguntas. Dios no se enoja si nos cuestionamos, a veces he creído que es uno de los pasatiempos preferidos de Dios, cuando nos ponemos a cuestionarnos todo con una correcta motivación de aprendizaje, muy diferente cuando cuestionamos todo por simple rebeldía que lo único que se busca es molestar.
Cuando realmente queremos aprender es muy válido cuestionarse todo.
Así que cuando tengas un versículo o un pasaje que estés analizando házte todas las preguntas que puedas acerca de esa parte de la Biblia. ¿Por qué? ¿Para qué? ¿Cuándo? ¿ Cómo? Y todas las que te quieras hacer.
Principio número cinco.
Coméntalo con otros, funciona muy bien, tal como si quisiera memorizar el pasaje, coméntalo con tus amigos y sus familaires, verás que al expresarse con palabras su entendimiento te exige más a tu mente para que puedas plasmar con palabras lo que has meditado de la Biblia.
Este ejercicio es muy bueno porque mucas veces podemos captar ideas al interior nuestro pero no podemos convertirlas a palabras.
Sucede a menudo que creemos que ya hemos entendido un pasaje de la Biblia y lo traemos varios días en el “archivo” pero cuando lo queremos traducir a palabras nos damos cuenta que realmente sólo tenemos una vaga idea de lo que estamos meditando, practica este ejercicio, los resultados te van a dejar satisfecho.
Un consejo pequeño pero poderso.
Cuando estés leyendo tu Biblia y hay un pasaje difícil de entender y por más que lo intentas no le entiendes…¡déjalo! Siga leyendo tu Biblia, cuando menos te imagines, leyendo en otra ocasión el mismo pasaje será más claro, mas entendible, confia en tu Biblia.
Recuérdalo cuando te topes con un pasaje aparentemente inentendible, déjalo en paz y sige tu lectura, aplíquate a los versículos y pasajes que en ese momento están claros. Esta es una forma de sacarle mucho provecho a nuestra lectura.
Dios quiere comunicarse contigo. No anda poniendo claves ocultas para las decifremos. El cuando quiere hablar es muy claro, tan claro que muchos se niegan a creer que es Dios hablando, confia en tu Biblia y usa todas tus fuerzas en aquellos pasajes que tienen vida en ese momento.
Conozco personas que se pasan años tratando de encontar mensajes ocultos o tratando de decifrar los pasajes más difíciles de la Biblia y pierden los tesoros que pueden saborear y disfrutar diariamente en abundancia todo por querer encontar el “hilo negro” o el eslabón perdido. Confia en tu Biblia. Creáme nunca falla.
Armando Carrasco Z
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