lunes, 2 de noviembre de 2009

Salmos 119 Resh (Parte 80)

“Muchos son mis perseguidores y mis enemigos, mas de tus testimonios no me he apartado. Veía a los prevaricadores, y me disgustaba, porque no guardaban tus palabras.” Salmos 119:157-158

Hay una calcomanía de auto muy famosa que dice: “Hacer el bien produce buena suerte” yo le pondría abajito y en letras chiquitas, como letra de contrato bancario: “también produce persecución.” Es una realidad que hacer el bien hace que muchos se conviertan en tus enemigos. Por eso es que muchos se han escudado bajo la bandera de “yo no le hago daño a nadie” bandera que los coloca en una zona de comodidad donde según ellos no reciben daño. Pero eso es asunto de otro tema… lo cierto es que hacer el bien produce enemigos y persecuciones.

Una vez que has estado en contacto con la Biblia, que has conocido su contenido y todo lo que ella dice, es casi imposible quedarse sen hacer nada, algo te impulsa o por lo menos te inquieta a hacer las cosas como Dios manda. Y cuando lo empiezas a hacer, allí aparecen los perseguidores.

Mira; si te pones a leer metafísica, o gnosticismo o yoga o meditación trascendental, nadie te dice nada, a lo mucho dirán que estás loco, pero cuando dices que estás leyendo y estudiando la Biblia… las cosas cambian. Todos se te vienen encima, de repente salen los perseguidores. Te dicen de todo tratando de disuadirte que dejes de leer la Biblia y mucho menos que dejes de poner en práctica lo que ella dice. Es impresionante pero así es. Y lo más triste que muchas veces esas críticas provienen de los seres más cercanos a nosotros.

Por otro lado vemos que el autor dice que los prevaricadores lo hacían enojar, vamos a empezar por definir qué quiere decir prevaricador, en primer lugar el diccionario dice que prevaricar es cuando un funcionario público falta a sus obligaciones y deberes de su cargo, como cuando por ejemplo (Así lo pone el diccionario) aceptan soborno. Eso es prevaricar. Cuando el autor notaba que personas con una responsabilidad pública cambiaban el derecho por un soborno, terminaba enojado.

Sé que lo mismo pasa en nuestros días cuando la injusticia es estorbada por los sobornos, y no podemos menos que enojarnos, al darnos cuenta que hacen caso omiso a la Palabra que marca los estándares de justicia.

El hombre por su propia maldad no quiere acercarse a la Biblia, mucho menos quiere ponerla en práctica, sus intereses están en juego. Por eso entendemos perfecto este pasaje, porque ellos forman parte de la clase de personas que persiguen a aquellos que deciden estudiar la Biblia y ponerla en práctica.

Armando Carrasco Z.

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