martes, 1 de septiembre de 2009

Salmos 119 Tsade (Parte 72)

“Pequeño soy yo, y desechado, mas no me he olvidado de tus mandamientos. Tu justicia es justicia eterna, y tu ley la verdad.” Salmos 119 Tsade 141-142

La humildad es la llave que abre la puerta de los cielos y te acerca a los tesoros escondidos del Padre. La humildad es la virtud que empuja al cielo a enseñarte las cosas más profundas de la Biblia.

Es la soberbia, lo que impide que puedas entender y aceptar Su palabra. Por eso siempre están en franca rivalidad. La soberbia contra la humildad. La soberbia se jacta de asegurar que no existe Dios y mucho menos que La Biblia es La Palabra del Creador. La humildad no se pone a discutir, porque entiende que el soberbio, no tiene la cualidad que abre el entendimiento. Simplemente disfruta los tesoros revelados en Su Palabra.

Este pasaje empieza con suma humildad, reconociendo su condición y aseverando que es desechado por los hombres. Pero también recordando que a pesar de toda oposición, de toda burla y aún reconociendo ser el más pequeño e insignificante, no se olvida de Sus mandamientos.

Es una aseveración profunda; cuando reconoce en su humildad su condición, también reconoce que lo único que tiene valor en su vida es Dios, es Su palabra.

El autor de este salmo no se detiene en querer justificar su pequeñez, ni trata en esta ocasión de pedir venganza. Simplemente valora lo que tiene, y lo valora tanto que eclipsa todo el menosprecio que percibe de su prójimo. Es tanto el valor que experimenta que se olvida de lo insignificante que él sabe que es.

Es cierto, en Dios somos grandes, es verdad Dios quiere que nos veamos como Él nos ve, pero también es cierto que ser humildes nos acerca a Él. De hecho es el único camino seguro para estar lo más cerca de Él. Al contrario de la soberbia, que no sólo nos aleja de Dios sino que Dios mismo nos resiste. Eso dice la Biblia. (1 Pedro 5:5)

Y después para terminar dice dos frases que sólo se pueden entender estando parado en el umbral de la humildad; La justicia de Dios es eterna. No importa donde estés ahora, Su justicia te puede alcanzar. Para bien o para mal. Y también dice; Su ley es la verdad. Esto acaba con el camino de los que andan “buscando la verdad”. Jesucristo, el verbo de Dios hecho carne, es la verdad.

Jesús fue muy claro; “Yo soy el camino, la verdad y la vida.”

Armando Carrasco Z.

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