martes, 29 de septiembre de 2009

Salmos 119 Cof (Parte 76)

“Oye mi voz conforme a tu misericordia; oh Señor, vivifícame conforme a tu juicio. Se acercaron a la maldad los que me persiguen; se alejaron de tu ley.” Salmos:149-150

El hombre tiende a ejecutar sus juicios de acuerdo a sus propios parámetros y de acuerdo a sus propios juicios. El hombre es cruel. Sus juicios los hace sin misericordia, completamente conforme a su propia manera de ver las cosas. Caer en las manos de un hombre sin misericordia es una cosa terrible.

Por eso, el autor clama que su voz sea escuchada conforme a la misericordia de Dios, y que sea vivificado conforme a Sus juicios. Porque sabía que se podía acercar a Dios y hablarle sabiendo que Dios lo atendería no midiéndolo conforme la perspectiva humana, sino bajo su divina percepción de las cosas. Si Dios hiciera a un lado su misericordia, nadie de nosotros podría acercarse, caeríamos fulminados al suelo. Es a través de Su misericordia mostrada en Jesucristo que podemos acercarnos a Él confiadamente.

Jesús abrió el camino de la misericordia. Sólo a través de Él podemos empezar a relacionarnos con Dios como Padre.

Por otro lado vemos algo que aparentemente es obvio, pero que vale la pena recordar, porque a todos nos puede pasar. La Palabra de Dios nos acerca a Él, dejarla, hacerla a un lado, ignorarla hace que nos alejemos de nuestro Padre.

Cuando no guardamos Su Palabra y me refiero a guardarla a estudiarla y ponerla en práctica, la misma vida sin Su Palabra nos aleja de Dios. Y nos acerca a la maldad, la Biblia funciona como un centro de atracción como un gran imán que nos atrae a Dios, dejarla nos acerca a la maldad.

Y vemos en toda la Biblia cómo un fruto de cuando estás cerca de la maldad te conviertes en perseguidor de aquellos que estudian y ponen en práctica lo que la Biblia dice. Hay algo dentro de nosotros que se activa cuando no guardamos Su Palabra y no soportamos aquellos que sí lo hacen.

Por otro lado, la evidencia de estar cerca de Dios es amar al prójimo. Jesucristo dijo: “En esto conocerán que son mis discípulos, que se amen los unos a los otros.”

Un test muy sencillo para saber cuánto estamos cerca de Dios o cuánto estamos alejados, es analizar si somos perseguidores o perseguidos, si somos amamos al prójimo o lo odiamos o simplemente lo ignoramos.

Acércate al fuerza de atracción que te lleva a tu Padre. Empieza a leer la Biblia y a ponerla en práctica. Hay mucho que Dios quiere decirte.

Armando Carrasco Z.

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