martes, 30 de octubre de 2007

Salmo 119 Alef (Parte Cuatro)

“Te alabaré con rectitud de corazón cuando aprendiere tus justos juicios. Tus estatutos guardaré; No me dejes enteramente.”
Salmos 119: 7-8

Esta parte del acróstico del salmo 119 llamado Alef, cierra con estos dos versículos, en los cuales vemos algunas cosas muy interesantes; la primera es que el autor de este salmo está proclamando alabar con “rectitud de corazón” la cuestión aquí es que puedes alabar de muchas maneras, incluyendo con un corazón cínico, un corazón que menosprecia el valor de la alabanza y adoración.

Y me refiero a cuando nos damos cuenta de que tenemos ciertas malas actitudes y que voluntariamente no las queremos cambiar y así en esa condición conciente vamos a adorar y alabar a Dios.

Entendamos dos cosas, la primera es que la sangre de Jesucristo borró el pecado de nuestra vida de una manera total y para siempre. Por ese lado podemos acercarnos a Dios confiados en el sacrificio que hizo Jesucristo por nosotros. Podemos ir a Él en cualquier momento. Pero este pasaje no se está refieriendo a esto.

Este pasaje se refiere a la actitud de corazón cuando le alabas y adoras. Puede que vivas sabiendo que eres santo por el sacrificio de Jesús, pero que tu vida sea un desastre por NO conocer la forma en que debes actuar basándote en Su palabra.

Por eso el salmista dice (parafraseado) enséñame tu Palabra para que pueda adorarte con rectitud de corazón. Conocer Su Palabra nos da una rectitud de corazón para acercarnos a Dios en adoración y alabanza.

Rectitud de corazón no quiere decir sin errores, más bien es un corazón que reconoce su condición delante de Dios y que sabe porqué lo adora y alaba. Es un corazón sencillo y sincero.

Por otro lado vemos que dice: “…Tus estatutos guardaré; No me dejes enteramente.” Mira te debe qudar claro que una vez que has aceptado el sacrificio de Jesús en la cruz tus pecados son completamente borrados para siempre. Pero, es necesario que viviamos de acuerdo a Su Palabra porque nos hace vivir coherente con nuestra naturaleza divina.

Cuando actuas en contra de esa naturaleza todo se te pone en contra, simplemente porque lo que haces va contra tu naturaleza. Por eso no me abandones que seré obediente a tu Palabra, cuando obedeces a Dios las cosas actuan a tu favor.

Armando Carrasco Z.

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