No hay en la Tierra algo tan poderoso como la mezcla de La Palabra de Dios con su Santo Espíritu. Vamos a empezar este pequeño estudio analizando el famoso pasaje de David y Goliat.
Antecedentes.
La Biblia narra que en una ocasión en que peleaba el pueblo de Israel contra los filisteos sus acérrimos enemigos de toda la vida, que en una ocasión de tantas que se enfrentaron, apareció un Gigante llamado Goliat que retaba todos los días al pueblo hebreo a pelear con él. Los retaba diciendo que mandaran a un soldado que peleara contra él, y el que ganara ganaba la batalla.
El pueblo judío se atemorizó cuando oyó este reto. Pero en uno de esos días David que les llevaba comida a sus hermanos, oyó lo que decía el Gigante y se enojó de que nadie se atreviera a pelear y pidió pelear contra Goliat. Se cree que David tendría entre 15 y 17 años. Imagínate la escena.
Suceden varias cosas importantes en esos momentos pero vamos a enfocar nuestro estudio a lo que nos interesa en este momento.
Dice la Biblia que cuando el rey Saúl cuando se enteró de que había alguien que iba a pelear contra Goliat, le puso su armadura (1 Samuel 17:38 y 39). Pero obviamente no le quedaba a David y no la aceptó. Entonces dice la Biblia: 1 Samuel 17:40
“y tomó su cayado en su mano, y escogió cinco piedras lisas del arroyo, y las puso en el saco pastoril, en el zurrón que traía, y tomó su honda en su mano, y se fue hacia el filisteo.”
David no peleó con una armadura ajena. David peleó con aquello que dominaba, con aquello con lo que había sido entrenado. David sabía que si peleaba con una armadura ajena perdería la pelea, y decidió combatir contra Goliat con aquellas armas que él conocía.
La misma Biblia narra que David antes de pelear contra el gigante, peleó y venció un león y un oso (1 Samuel 17:37). Ya tenía experiencia en el combate. Ya sabía cómo ganar y estaba confiado en las armas que antes ya le habían dado la victoria.
Cuando tengas frente a ti un gigante, lo primero que tienes que hacer es rechazar la tentación de que usar armaduras que no son tuyas. Toda la vida cristiana basada en Biblia es algo personal. Lo que le sirvió a otro no te sirve a ti. Por eso es que los rezos repetitivos no funcionan. No se trata de fórmulas universales que sirven para todos.
Es algo personal. Dios te entrena de manera personal es tu coach particular. Te va enseñando y adiestrando en Su Palabra de manera personal. La relación con Dios es personal.
En toda pelea contra cualquier enemigo, hay armas que son sólo tuyas. Lo primero que debes hacer es identificar cuáles son esas armas.
Continuará…
Armando Carrasco Z.
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