“Me he apegado a tus testimonios: Oh Dios, no me avergüences. Por el camino de tus mandamientos correré, cuando ensanches mi corazón.”
Salmo 119: 31-32
La palabra apegado tienes dos significados fuertes, la primera es que está directamente relacionado con la palabra “pegar”. Y la segunda es tener una afición o inclinación hacia alguien o algo.
Esto nos lleva a medir el peso de lo que David quiso decir en esta frase. Él quiso transmitir que su vida estaba pegada a la Palabra de Dios. Se aferró tanto a Su palabra que quedó pegado a ella. No podía separarse de La Palabra, donde quiera que fuere estaría ligado a la Biblia. Estaba pegado a ella. No podía hacer nada en lo cual la Palabra se despegara de su vida.
Por otro lado también podemos interpretar que la vida de David tenía la afición a la Palabra de Dios, si entendemos que afición literalmente quiere decir amor por alguien podemos entender que David estaba enamorado de la Palabra de Dios.
Por eso la siguiente frase del versículo que estudiamos: “No me avergüences” A cuántos nos ha pasado que la palabra de Dios se nos queda “pegada” a nuestras vidas, que una vez que la leemos y la entendemos ya no podemos quitarla de nuestras vidas y nos coloca en situaciones extraordinarias, porque antes hacíamos con nuestra vida como bien nos pareciera pero una vez que conocemos Su Palabra, entonces tratamos de ponerla por obra, y eso hace que los que nos conocen amigos, familiares, compañeros de escuela o de trabajo ahora ven en nosotros un comportamiento inusual. Y muchas veces somos criticados. A veces pareciera que somos avergonzados.
Y no me estoy refiriendo a actuaciones fanáticas religiosas, no, por favor no me refiero a eso, me refiero a situaciones de la vida diaria que cambian en nosotros por la simple razón de que ahora sabemos lo que Dios dice en su Palabra. Como ser honestos, ser agradecidos, ser leales, y un largo etcétera.
La otra parte de estos versículos podemos ver algo interesante: Dice David que cuando su corazón sea ensanchado entonces correrá por sus mandamientos. A veces cuando leemos la Palabra de Dios no entendemos nada de lo que leemos, y en otras ocasiones aunque la entendemos sentimos que no tenemos la capacidad de absorber lo que entendemos, es tanto que creemos que no podemos con todo lo que leemos.
Por eso dice David aquí, que su corazón sea agrandado para poder manifestar que ha entendido Su Palabra y pueda caminar por sus mandamientos.
Armando Carrasco Z.
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