“Aparta de mí el camino de mentira, y en tu misericordia concédeme tu ley. Escogí el camino de la verdad; he puesto tus juicios delante de mí.”
Salmos 119 Dálet 29-30
En la vida sólo hay dos caminos que podemos tomar; el de la mentira y el de la verdad. Y creo que todos en nuestro sano juicio estaríamos decididos a tomar siempre el camino de la verdad. Pero nos damos cuenta que no es así.
Vemos frecuentemente que la gente y que nosotros mismos alguna vez tomamos el rumbo equivocado. Eso es lo asombroso. ¿Por qué tomamos un camino que no queremos? ¿Por qué tomamos un camino que nos lleva a la desgracia? ¿Por qué hay ocasiones que decidimos por el camino de la mentira?
Si fuera tan fácil como llegar a un cruce de camino en el que hubiera dos letreros, uno que dijera “camino de la mentira” y el otro que dijera “camino de la verdad” no habría problema, mecánicamente tomaríamos el de la verdad. Pero no es así. Cada camino se presenta con escenarios diferentes.
Por un lado la verdad siempre se va a presentar tal cual; transparente y honesta. Por otro, el camino de la mentira se presenta desde un principio con engaños. A veces el camino de la verdad parece un camino poco transitable y el de la mentira un camino muy agradable. La cuestión está al final del camino. Esa es la razón por la que muchas veces nos equivocamos.
Esta es la razón por las que David clama en este salmo que sea apartado del camino de la mentira y dice “concédeme tu ley” en la nueva versión internacional dice “concédeme las bondades de tu ley”. Hemos comentado en otras ocasiones que ley, mandato, juicios, preceptos en este salmo se pueden interpretar como Su Palabra. Entonces podríamos leer así: “concédeme las bondades de tu Palabra”.
Una de las principales bondades de la Palabra de Dios es su guianza, ella nos puede dirigir en nuestra vida cuando caminemos por una senda extraña, la Biblia nos ayuda a tomar decisiones cuando tenemos que decidir qué camino tomar.
Caminar por la vida sin consultar a Dios ni su Palabra es caminar sin brújula y sin mapa, corriendo el riesgo de tomar caminos torcidos de mentira que su único propósito es llevarnos a una vida sin fruto y sin plenitud. Es tan fuerte y tan llamativo el camino de mentira que debemos clamar como David lo hizo en este salmo: “apártame del camino de la mentira”.
Creo que una forma de tratar de caminar por los senderos de la verdad es tener siempre presente la Palabra de Dios en nuestras vidas por eso este versículo lo dice así “he puesto tus juicios delante de mí”. Cuando tenemos presente en nuestras vidas Su Palabra, ella nos guarda, nos cuida y nos dirige por el camino correcto. Es la brújula perfecta para nuestra vida.
Armando Carrasco Z.
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