lunes, 10 de agosto de 2009

Salmos 119 Pe (Parte 69)

“Haz que tu rostro resplandezca sobre tu siervo, y enséñame tus estatutos. Ríos de agua descendieron de mis ojos, porque no guardaban tu ley.” Salmos 119:135-136

Yo creo que una de las bendiciones más grandes sobre la tierra es que se pueda ver en nosotros el reflejo de la gloria del rostro de Dios. Pocas bendiciones pueden superar ésta.

Esa es la idea de Dios desde que creo al hombre, que reflejara su imagen. Dios hizo al hombre para que lo representara aquí en la Tierra. Por eso nos hizo a su imagen y a su semejanza. Cuando alguien entiende esto y pone en su vida la meta de reflejar a su Creador, todas sus acciones están influenciadas por esta meta.

Cuando la humanidad lo entienda, entonces sí que viviremos de mejor manera, actualmente por ignorar este principio, el hombre lo que refleja es su propia vida. Su propia manera de hacer las cosas, y esto nos está llevando al caos. Incluyendo el sobrecalentamiento global.

Reflejar el rostro de Dios en nosotros no sólo es como una vanidad, lleva consigo la consigna de aprender “los estatutos” de nuestro Creador, lleva consigo el propósito de conocer Su Palabra. Por eso es que el autor inmediatamente después de pedir que el rostro de Dios resplandezca sobre él, dice “…y enséñame tus estatutos”.

Estar expuestos a la Biblia, es estar expuestos a Dios. Cuando de manera genuina buscas a Dios en la Biblia, seguro lo encuentras. Y es allí en esos encuentros personales donde se va quedando impregnado en ti, la gloria de Su presencia. Y entonces empiezas a entender lo maravillosa que es Su Palabra.

Entiendes que aplicarla en tu vida provoca que reflejes la imagen de tu Papá celestial. Provoca que el rostro de Dios se vea resplandeciente en ti. Y por eso podemos entender la segunda parte de este pasaje.

Dice el autor que llora cuando se da cuenta que la humanidad no obedece Su palabra. Cuando tú te das cuenta de lo valioso y poderoso de poner en práctica la Biblia, también te das cuenta que hay mucha gente que no aplica sus principios.

Yo creo que el deber moral que surge del entendimiento de esto, debe movernos a compartir Su palabra con otros. Porque muchos, si no es que la mayoría no aplican la Palabra de Dios como norma para sus vidas, simplemente porque no la conocen.

Comparte con otros lo que sabes de la Biblia. Te conviene a ti, le conviene al que te escucha, nos conviene a todos.

Armando Carrasco Z.

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