lunes, 1 de junio de 2009

Salmos 119 Ayín (Parte 64)

“Por eso he amado tus mandamientos sobre todas las cosas, mas que el oro, y más que oro muy puro. Por eso estimé rectos todos tus mandamientos sobre todas las cosas y aborrecí todo camino de mentira.” Salmos 119:127-128

Estos pasajes son aquellos que cuando los leemos a la “ligera” creemos que son exagerados, pero si los leemos con detenimiento y meditación tendremos que hacernos una pregunta.

¿Cómo es posible que alguien pueda comentar que no hay nada mas valioso que los mandamientos de la Palabra? Yo se que por reverencia todos o casi todos lo dirían, pero sinceramente solo sería por cortesía. Porque en su vida jamás, jamás, jamás, viven creyendo que Sus mandamientos son más valiosos que todo lo que tienen y más que todo lo que desean.

Esa es la cuestión. Decirlo es muy fácil. Pero vivir realmente creyendo que no hay cosa más valiosa que la Palabra es muy diferente.

El autor de este salmo dice enfáticamente que ama la palabra de Dios más que el oro muy puro. El oro es el símbolo de poder y de prosperidad por excelencia. Decir que Su palabra vale mas que todo lo que valoramos es algo muy muy serio.

La parte clave de este pasaje que nos mide si solo decimos por cortesía que valoramos su palabra o si verdaderamente amamos Su Palabra por sobre todas las cosas, está en la parte final de este versículo. Que dice “…aborrecí todo camino de mentira”.

La palabra aborrecer es de acuerdo al diccionario; tener aversión u odio hacia algo o alguien. Por lo que si tu amas La Palabra de Dios por sobre todas las cosas una evidencia es que aborreces decir mentiras. Para ser más preciso no solo dice que aborrece decir mentiras si no que todo camino de mentira, hay personas que viven en un mundo de mentiras, todo lo que los rodea son mentiras.

La mentira es lo contrario a la Palabra, desde Génesis hasta el Apocalipsis vemos en la Biblia que el camino de la mentira está presente en toda la historia de la humanidad. La palabra se sustenta a sí misma por que es la verdad.

Si realmente amamos Su palabra por sobre todas las cosas, debemos empezar por aborrecer la mentira. la verdad de su palabra es la que hace que nos enamoremos de ella, y la única manera de enamorarnos de ella es conociéndola. Que no se te pase la vida sin que seas expuesto a la verdad pura de Su Palabra.

Armando Carrasco Z.

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