“… Señor, Dios de los
ejércitos, cuando hallé tus palabras, literalmente las devoré; tus palabras son
el gozo y la alegría de mi corazón…” Jeremías 15:16
Este pasaje me
gusta mucho. Es tan claro el mensaje que no hay que estar buscando mucha “revelación”.
Cuando uno
encuentra por primera vez el valor de a Biblia, cuando por primera vez te cae
el veinte que el libro que tienes en la mano lo escribió Dios, te devoras Su
Palabra. La lees día y noche. La subrayas, la memorizas. La cargas para todos
lados… yo recuerdo que hasta al cine me la llevaba. Es por eso que a veces nos
llaman fanáticos.
Tal vez no es
la imagen que quiero dar ante la gente, pero es tal el impacto en una persona
que viene un hambre por leer la Biblia impresionante. Le damos el lugar que merece. La colocamos en el sitio que debe estar, en lo más alto de nuestras vidas porque por ella conocemos a Dios, no solo como nuestro creador sino como nuestro Padre.
Una de las
razones es que todo lo que leemos nos da alegría y gozo por el simple hecho de
que entendemos todo. Nos damos cuenta que todo lo que dice es verdad. Encontramos un tesoro que nos guía, que nos anima y que podemos poseer.
Y quisiéramos
que todo mundo la lea, queremos contagiar a todos, pero después de un tiempo
nos damos cuenta que no a todos les cae el veinte de la misma manera en que nos
cayó a nosotros. Pero cuando llega el momento les sucede exactamente igual, ¡se
la devoran!
Me llama la
atención que dice: “…cuando hallé tus palabras…” Se trata de buscarlas. Se
trata de ir por ellas, de búsqueda. Y estoy seguro que todo aquel que busca
genuinamente un día la encuentra.
Empieza aller tu Biblia tratando de encontrar esas palabras vivas, cuando las encuentres sabrás a lo que me refiero.
Si te has
identificado con este sentimiento de devorar la Palabra de Dios, da el
siguiente paso, compártela. Tal vez no todos reaccionen de la misma manera y al
tiempo que tu reaccionaste, pero estoy seguro que un día la vas a compartir con
alguien que se le abrirán los ojos y como tú… se devorará Su Palabra.
Armando
Carrasco
Bibliaterpaia
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