martes, 6 de mayo de 2014

4 frutos de leer la Biblia

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“…La ley del Señor es perfecta: reanima el alma. El testimonio del Señor es firme: da sabiduría al ingenuo. Los preceptos del Señor son rectos: alegran el corazón. El mandamiento del Señor es puro: da luz a los ojos…” Salmos 19:7-8

Recuerden amigos que para efectos de este blog podemos sustituir “ley”, “testimonio”, “preceptos” y “mandamientos” por Biblia o Su Palabra. Entonces podemos estudiarla así: Su Palabra es perfecta. Nada le falta nada le sobra. Es perfecta. Y cuando estamos en contacto con ella nuestra alma es reanimada, vivificada.

Cuando estamos tristes, agotados o desanimados, nada mejor que tocar Su Palabra, leer la Biblia logra reanimarte, darte fuerzas, infundirte aliento. Es nuestro combustible. Dios sabe que la vida diaria reduce nuestras fuerzas y por eso nos ha mandado Su Palabra.

Pero también dice que Su Palabra es firme y que da sabiduría al ingenuo. Cuando lees Su Palabra viene a ti una sabiduría sobrenatural, divina que te llena y te hace tomar buenas decisiones y dar acertados consejos. Su Palabra es una roca sólida que permite que quien la lea obtenga sabiduría sólida inamovible.

Adelante dice que Su Palabra es recta y que alegra el corazón. Leer la Biblia es un excelente antídoto contra la depresión. A veces la tristeza es agobiante pero cuando estamos en contacto con Su Palabra, nuestro espíritu es contagiado por esa rectitud de Dios que se traduce en alegría.

Y por último vemos que Su Palabra es pura. No tiene manchas o alteraciones, no se degrada ni cambia. Es eternamente pura. Libre de maldad. Libre de pecado, es perfectamente pura. Y esa Palabra alumbra tus ojos. Cuando la lees entiendes muchas cosas.

Ánimo, sabiduría, alegría y entendimiento son 4 frutos de leer la Biblia. Ánimo y alegría tiene que ver con estabilidad emocional –tan requerida en estos tiempos- y sabiduría y entendimiento tiene que ver con crecimiento en el conocimiento de Él. Te animo a que busques todos los días un pequeño espacio para leer tu Biblia, Su Palabra.

Armando Carrasco
Bibliaterapia

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