“Antes que fuera yo humillado, descarriado andaba; Mas ahora guardo tu palabra. Bueno eres tú, y bienhechor; enséñame tus estatutos.” RV 1960 Salmos 119 Tet 67-68
“Antes de que me castigaras, estuve alejado de ti, pero ahora obedezco tu palabra. Tú eres bueno y haces el bien; enséñame a obedecer tus mandamientos” Salmos 119 Tet 67-68 LS
“Antes de sufrir anduve descarriado, pero ahora obedezco tu palabra. Tú eres bueno y haces el bien; enséñame tus decretos” Salmos 119 Tet 67-68 NVI
Este pasaje verdaderamente me hace abrir la boca como un niño y quedarme estupefacto. Dios es nuestro Papá y quiere lo mejor para nosotros. Y nos trata como verdaderos hijos. Dios nos dice cómo debemos actuar pero a veces en nuestra necedad hacemos las cosas como nos de la gana y sufrimos las consecuencias.
Y como es natural después de que recibimos los golpes de las consecuencias, nuestro corazón se hace mas sencillo y humilde y entendemos la magnitud de la obediencia; el resultado es un corazón que entiende el poder de Su Palabra.
En la Traducción NVI me gusta cómo empieza: “Antes de sufrir anduve descarriado” me gusta porque muestra claramente una verdad de la vida. Primero nos descarriamos y hacemos todo creyendo que hacemos lo que queremos y como queremos, creemos que somos tan astutos que podemos burlarnos de las leyes divinas de retribución. Leyes tan sencillas y poderosas como “Todo lo que siembras cosechas”. Y a veces sólo con vivir las dolorosas consecuencias aprendemos estas leyes.
No podemos andar por la vida haciendo nuestra “santa” voluntad, necesitamos ordenar nuestra vida de acuerdo a Su palabra, necesitamos también caminar creyendo que todo lo que hacemos tiene una consecuencia, para bien o para mal. En el libro a los Gálatas escrito por Pablo dice en el capítulo 6 y versículo 7: “No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará.” Antes de hacer cualquier cosa pregúntate qué repercusiones traerá lo que estas haciendo: a tu persona, a tu esposa, a tus hijos, a tu colonia, etc.
Después de que pasamos por una situación difícil como causa de nuestras malas acciones y decisiones y retomamos el camino nos damos cuenta de que Dios es bueno y hacedor del bien. Comprobamos que Dios no es malo, que muchas de las causas de lo malo que nos pasa en la vida es el resultado de nuestras acciones equivocadas.
Por eso creo que es necesario valorar lo que se repite por todo el salmo: “¡Enséñame tu Palabra!”
Armando Carrasco Z
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