“Horror se apoderó de mí a causa de los inicuos que dejan tu ley. Cánticos fueron para mí tus estatutos en la casa en donde fui extranjero.” Salmos zain 119 53-54
La Biblia hace distinción entre dos clases de hombres. Entre justos e injustos, entre hijos de Dios e hijos de los hombres. Los justos no lo son porque sean buenos, o porque viven rectamente, eso no los califica como justos, son justos porque le creen a Dios. Porque tienen la fe suficiente para creerle a Dios. Esa es la razón por la que muchos se enojan, no pueden entender cómo es posible que Dios considere justos a aquellos que le creen.
Aclaro que los justos pretenden caminar justamente como resultado de haber creído lo que Dios dice. En otras palabras su justicia no los hace justos, caminan en justicia como resultado de creerle a Dios.
Por el otro lado, los injustos de acuerdo a la Biblia no son precisamente aquellos que hacen muchas injusticias, mas bien son aquellos que creen en Dios pero no le creen a Él. Que son cosas muy diferentes. Muchos dicen creer en Dios, pero son pocos los que le creen a Dios. Esa es la diferencia. Esos son los injustos según la Biblia.
En este pasaje dice David que un horror se apodera de él cuando los inicuos dejan Su palabra. Y vamos entendiendo, hay mucha gente que dice que cree en Dios, pero cuando leen la Biblia no creen lo que dice. Creen a Dios pero no le creen a Él. Y dejan pasar la oportunidad de vivir de acuerdo a los estándares divinos incluidos en Su Palabra. Los resultados son terribles. Creer en Dios pero no creerle a Dios nos hace vulnerables.
Eso es creer en Dios a nuestra manera, es hacer un Dios de acuerdo a nuestro criterio. Eso es entrar dentro de los parámetros de injusticia. Ahora bien, dice el pasaje “a los inicuos que dejan tu ley” como hemos explicado en otros comentarios; “ley” puede perfectamente entenderse como Su Palabra. Hay personas que dicen “yo creo en Dios” y empiezan a leer la Biblia pero como no les gusta lo que tienen que hacer deciden “seguir creyendo en Dios pero sin comprometerse con Su Palabra”. Estos son los que le ocasionaba indignación al rey David.
Por otro lado, vemos que dice que Su Palabra era su cántico cuando era extranjero en un país que no era el suyo. Aquí vemos la enseñanza para nosotros, porque dice la Biblia que sólo estamos de paso en este mundo y que no pertenecemos a él.
Cuando uno no se encuentra en su país o en su propia casa el sentimiento de soledad se potencializa al máximo y nos damos cuenta de qué tan solos estamos. Fuera y lejos de casa. Es aquí cuando cantar nos conecta con nuestro Padre y nos alienta a seguir adelante con el entendimiento de lo que realmente somos, peregrinos y gente de paso, nuestro hogar está en el cielo. Ese es nuestro destino.
Cantar la Biblia tiene algo poderoso, algo con la capacidad de transformarnos. De darnos esperanza y de guiarnos por el camino que debemos andar. A manera de ejercicio no sólo debemos leer la Biblia, sino que debemos aprender a cantarla.
Armando Carrasco Z.
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