lunes, 7 de julio de 2008

Salmos 119 Vau (Parte 24)

“Y me regocijaré en tus mandamientos, los cuales he amado. Alzaré asimismo mis manos a tus mandamientos que amé, y meditaré en tus estatutos.” Salmo 119:47-48

Hay una lucha constante de todos los días. Una lucha permanente. Es la lucha del bien contra el mal. Y yo sé que la misma Biblia nos dice que Jesucristo ya ganó, que la victoria fue contundente. Y es cierto, legalmente todos los que creemos en Él tenemos por gracia la victoria. Pero también es evidente la lucha que tenemos todos los días.

Esta porción del salmo 119 la vamos a analizar desde esa perspectiva. Cuando leemos que gente como David, el autor de este salmo, habla de una manera radical, totalmente rendido a las palabras de Dios, algo en nuestro interior se pregunta si habrá alguien así. Que pueda decir como David: “Y me regocijaré en tus mandamientos los cuales he amado”. Se oye muy bonito y no dudamos que David lo haya experimentado, pero ¿ahora? Después de mas de 4,000 años…¿Alguien podrá decir igual? ¿Alguien podrá experimentar lo mismo?

Yo creo que sí. Sin embargo lo que quiero comentar hoy es la parte que nos impide acercarnos a Su palabra, y no sólo eso. Que muchas veces vemos a la Biblia como algo aburrido y cansado. Esa es una lucha real. Que cuando alguien nos habla de la Biblia y de guardarla reaccionamos con cara de aburrimiento. ¡Qué lejos estamos de David! ¡Escribía canciones diciendo que amaba los mandamientos de Dios!

Esa es la lucha. Para el mal, le conviene que no te acerques a la Biblia, porque te puede manipular fácilmente con sus mentiras. El mal sabe que cuando lees la Biblia encuentras la verdad y como todos sabemos la verdad nos hace libres. Entonces una estrategia para alejarnos del contacto con la Biblia es envolverla en un paquete con apariencia de aburrimiento.

Con películas, canciones, programas de TV, de radio y por muchos medios ha promovido una campaña sutil en contra de la Biblia. Cualquier persona se encuentra desde niño expuesto a esta campaña publicitaria. De tal manera que cuando se presenta la oportunidad de leer la Biblia la reacción es la misma.

El ser humano prefiere lo divertido, lo express, lo que tiene apariencia de fácil y rápido. Así es como se ha estado “educando”. El ser humano empieza a creer que la Biblia no contiene eso que busca.

Sin embargo cuando empezamos a tener un contacto directo con la Biblia nos damos cuenta que tiene más de lo que ni siquiera imaginamos. Que contiene adrenalina pura. Que rebasa nuestras expectativas.

Es necesario centrar nuestra atención en el autor de la Biblia para darnos cuenta qué maravillosa, exacta, precisa y poderosa es Su palabra. El Dios que creó el universo, la tierra y todo lo que en ella existe, nos escribió unas palabras. Y nos dejó un mensaje dirigido especialmente para nosotros. ¡Cómo no vamos a estar contentos!

Armando Carrasco Z.

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