lunes, 14 de julio de 2008

Salmos 119 Zain (Parte 25)

“Acuérdate de la palabra dada a tu siervo, En la cual me has hecho esperar. Ella es mi consuelo en mi aflicción, Porque tu dicho me ha vivificado.” Salmos 119:49-50

Uy. Esto es verdaderamente maravilloso. Esta parte del salmo en lo particular me ha dado grandes esperanzas en mi vida personal. Esta porción en especial es un tesoro de mucho valor que debemos guardar en lo más profundo de nuestro corazón.

La palabra de Dios tiene una característica muy especial; es universal y es personal. Dios habla de manera universal a todos los hombres pero también habla de manera personal a cada uno de ellos.

Hay una palabra específica para tu vida que va dirigida especial y específicamente a ti. Es tuya, es una palabra de Dios para ti. Está escrita en la Biblia para todo aquel que lee, pero en un momento determinado esa palabra es sólo para ti.

Es por eso que David puede decir en este salmo: "...la palabra dada a tu siervo…" hubo una palabra especifica que Dios le dio a David. Le habló de manera personal y directa, y al igual a nosotros Dios no sólo puede darnos una palabra, sino que le gusta entablar ese tipo de comunicación. Hay ocasiones de que sabemos de que sabemos que Dios nos ha hablado de manera personal y específica.

Tan es así que esa palabra nos llena de esperanza y de fe. A tal grado que podemos esperar a que se cumpla. Es una seguridad en nuestro corazón tal que permite esperar hasta que veamos cumplida su palabra. Por eso mismo David dice: “…en la cual me has hecho esperar…”

Cuando estamos pasando una situación difícil y Dios nos da una palabra, configurada especialmente para nosotros, esa palabra nos da la capacidad de poder esperar en ella. Esa palabra nos da dirección, nos da un camino a seguir. Es por eso tan valiosa.

Y cuando nuestra situación se hace más difícil, esa palabra que Dios nos dio, nos sustenta y nos sostiene. Se convierte en un consuelo a nuestra vida. Porque sabemos que Dios está involucrado y que nos ha dejado una palabra. Ahora entendemos porqué David dijo: “Ella es mi consuelo en mi aflicción”

Y no sólo eso sino que esa palabra nos vivifica y nos mantiene vivos mientras pasamos el túnel de oscuridad de alguna situación difícil.

En el Nuevo Testamento encontramos varios términos para referirse a La Palabra una de ellas es "Logos" y la otra "Rhema". El Logos es la parte digamos universal de La Escritura, y el Rhema es la parte especifica que nos corresponde de manera personal.

Es el Rhema lo que te da vida, es lo que te da esperanza, es aquella palabra que cobra vida y que te da vida. Esa es la palabra que debemos buscar con todo el corazón, porque después de todo, es sólo esa palabra la que nos dará la vida que necesitamos.

Armando Carrasco Z.

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