“Desfallece mi alma por tu salvación, mas espero en tu palabra. Desfallecieron mis ojos por tu palabra, diciendo: ¿Cómo me consolarás?” Salmos 119 Caf 81-82
Cuántas veces, cuántas veces estamos en situaciones donde parece imposible una solución a nuestros problemas. Una enfermedad, una deuda, falta de un empleo, y tantas cosas que nos hacen creer que no tenemos salida. A t al grado que desfallecemos. No vemos solución cerca ni viable. Sentimos desfallecer.
Desfallecer según el diccionario es perder las fuerzas y el ánimo hasta desmayar. Yo creo que todos lo hemos sentido por lo menos una vez en la vida. Algunos más que otros en intensidad y en frecuencia, pero creo que todos por lo menos una vez en la vida estamos en una situación donde todo parece desmoronarse.
Son situaciones donde reconocemos que sólo un milagro nos salvaría, donde sólo Dios podría sacarnos adelante, y esperando Su salvación sentimos desfallecer. Sabemos que Él es el único que puede ayudarnos y parece que se tarda…¡cuántas veces! Cuántas veces no hemos dicho dentro de nosotros mismos…Dios se está tardando.
Dice el pasaje: “…desfallecieron mis ojos por tu palabra, diciendo: ¿Cómo me consolarás?”. A veces los problemas de la vida nos llevan a buscar en Su palabra la solución de Dios para nuestra vida al grado de desfallecer diciendo “es tan grande mi problema, es tan grande lo que estoy sufriendo que no tengo idea de cómo le vas a hacer, Dios, para consolarme…ya no para solucionar el problema sino para consolarme…” Porque muchas veces el problema que tenemos es el dolor que nos causó un conflicto o una situación adversa. Cuando ya pasó el problema nos dejó una estela de dolor y sufrimiento y buscamos una esperanza de ser consolados. Por eso preguntamos: ¿Cómo me consolarás?
En otra ocasión hablaremos de la puntualidad de Dios para socorrernos, por hoy centraremos nuestra atención en la parte del pasaje donde David, el autor, menciona: “mas espero en Tu palabra”. David sabía del poder salvador de la Palabra de Dios, ya no tenía esperanza en ninguna otra cosa mas que en aquella palabra eterna, permanente, firme sólida que no se mueve por las circunstancias. Tenía plena confianza en La Palabra.
Si estás pasando por una situación así haz lo mismo que David, se honesto (a) y dile a Dios estoy desfalleciendo…pero aún así, seguiré esperando en Tu palabra.
Nunca olvides que sus palabras son verdad y son vida.
Armando Carrasco Z
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