lunes, 12 de mayo de 2008

Salmo 119 He (Parte 20)

“Quita de mi el oprobio que he temido, porque buenos son tus juicios. He aquí yo he anhelado tus mandamientos; vivifícame en tu justicia” Salmos 119: 39-40

Todos hemos pecado. No hay en la tierra nadie que nunca haya pecado. Todos hemos cometido faltas que traen consecuencias. Y cuando estamos concientes de eso sabemos que toda acción le corresponde una reacción, que todo lo que hacemos repercute en algo. Y por eso cuando la regamos estamos concientes de las repercusiones.

Una de esas repercusiones es el oprobio. Lo cual, según el diccionario, no es otra cosa que la vergüenza y deshonra pública que resulta de haber cometido algún dicho o hecho. David no se consideraba perfecto, él sabía que tenía acciones que seguramente traerían repercusiones. Pero no estaba pidiendo que dichas consecuencias no llegaran, sino lo que no quería era la deshonra pública. Era algo que él temía.

Dice que “…buenos son tus juicios…” David sabía que cuando la regaba pues tenía que venir la consecuencia…y afirma que esos juicios divinos son justos. Toda acción tiene una consecuencia. Si un padre de familia adultera puede tener un bebé fuera del matrimonio. Y con eso toda una serie de consecuencias que lejos de traerle alegría le traerán dolor y angustia. Incluyendo el oprobio.

David dimensionaba las cosas de esa manera sabia que no podía evitar las consecuencias, y tenía gran temor de la vergüenza pública. Él oraba para que no llegara el oprobio a su vida, pero también vemos en la Biblia que algunas veces en las que pecó, el oprobio fue evidente.

Esta parte del salmo nos muestra a David muy humano completamente transparente hablando con Dios de una manera franca y abierta, clamando a Dios por evitar el oprobio. Sin embargo sabiendo que los juicios de Dios son siempre justos.

Termina esta parte del salmo con una enseñanza tremenda, dice que los juicios de Dios no para castigar sino para traer vida. Dice “…vivifícame en tu justicia…” dentro de todo lo que David temía por el oprobio también sabía que la justicia de Dios le traía vida.

Esto no ha caducado. La justicia de Dios es la que nos trae vida. Y ahora más que nunca. Jesucristo, dice la Biblia, es nuestra justicia, el precio que pagó en la cruz hace que La justicia de Dios esté a nuestro favor. Dios está contigo y está por ti. Si Él está a favor tuyo…¿Quién contra ti?

Armando Carrasco Z.

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