sábado, 19 de enero de 2008

Samo 119 Guímel (Parte Nueve)

“Haz bien a tu siervo; que viva, y guarde tu palabra. Abre mis ojos, y miraré las maravillas de tu Ley.”
Salmos 119:17-18

Cuando ya tenemos un entendimiento de Su Palabra entonces podemos exclamar como David lo hizo en esta parte del salmo. Donde puede pedirle que viva y que guarde Su Palabra, hemos visto anteriormente que debemos valorar todo lo que Dios nos dice al punto de guardar y obedecer Su Palabra.

Para David vivir para guardar la palabra de Dios era algo sumamente bueno, tanto que le pide “Dios, dame una bendición y déjame vivir y guardar Tu Palabra”.

En otras palabras está diciendo: “Soy tu siervo, trátame bien, déjame vivir y podré guardar y obedecer Tu Palabra” No está condicionando a Dios, no le está diciendo que si no lo trata bien no va a obedecerlo, más bien está diciendo que comprende que su bienestar depende directamente de Dios y que necesita estar bien para poder guardar Sus mandamientos a cabalidad.

Por otro lado en el versículo 18 le pide a Dios que le “abra los ojos” aquí hay algo muy interesante. Muchas veces vivimos sin ver a Dios. Tenemos ojos pero no podemos verlo. En la Biblia hay muchos ejemplos de esto.

Hay un dicho que dice “buscas el amor teniéndolo tan cerca” Dios siempre está a nuestro lado. No nos deja ni un solo segundo, pero las circunstancias tanto adversas como exitosas, hacen que perdamos de vista quién está a nuestro lado.

Tanto que nos olvidamos de lo maravilloso que es Su palabra y Su ley. No permitamos que la vida nos quite la vista y no podamos ver a Dios ni lo que tiene para nosotros.

Debemos orar como este Salmo “¡Abre mis ojos!” a veces necesitamos la intervención divina para poder abrir los ojos nuevamente y ver de cerca y con detalle a nuestro Dios.

A tal grado llega la ceguera que cuando no vemos las cosas de Dios, las menospreciamos, hasta decimos que tal vez no sean obra suya, Cuando viene alguien y te dice cosas maravillosas de Dios, las menosprecias, buscas cualquier pretexto para dudar que verdaderamente sea Dios y olvidas el asunto. Por eso de vez en cuando debemos pedirle a Dios su intervención para poder verlo a Él y a toda su maravillosa obra.

Armando Carrasco Z.

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