Siguiendo con el estudio de David y Goliat, donde estamos enfocando el tema hacia el poder que tiene la Palabra de Dios cuando es ungida por el Espíritu Santo. Ya vimos lo que sucedió con David y sus “cinco piedras lisas del arroyo”, ya vimos lo que sucedió con Jesús, el verbo de Dios (Su Palabra) cuando fue ungido por el Espíritu Santo. Y ahora vamos a ver lo que Dios pretende de nosotros.
Dios pretende que nosotros seamos parte de su ejército de conquista. Pretende que seamos sus armas de guerra, tal como esas cinco piedras lisas que usó David. En Jeremías 51:20 lo dice muy claro: “Martillo me sois y armas de guerra; por medio de ti quebrantaré naciones y por medio de ti destruiré reinos.” Obviamente no se refiere de manera literal actualmente, se refiere que usándote como herramienta, Su Reino seguirá expandiéndose.
Si ya vimos que esas cinco piedras lisas del arroyo nos señalan a Su Palabra ungida por el Espíritu Santo y que Jesús, que es el Palabra de Dios hecha carne fue ungido por el Espíritu Santo, Lo que Dios pretende es que tú también seas lleno del Espíritu Santo para cumplir con tu propósito. Sea cual sea tu propósito.
Dice la Biblia en 1 Pedro 2:5 que nosotros somos piedras vivas. Y debemos buscar ser ungidos por el Espíritu Santo. Un canal de las aguas vivas de Dios es la adoración. En la adoración se preparara una plataforma para que El Espíritu Santo nos sature de Él mismo. Es en la adoración que podemos encontrar los caminos que llevan a la presencia manifiesta de Dios.
Por esa razón Jesús le dijo a la samaritana en Juan 4, que de “su interior correrían ríos de agua viva…” Podemos decir que un camino evidente para tocar a Dios y ser llenos de Él es el camino de la adoración. Cuando Adoras abres las puertas del cielo. Cuando Adoras atraes la atención de Dios.
La segunda forma para ser llenos del Espíritu Santo es pedírselo. Jesucristo dijo: “Pues si vosotros siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿Cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?" (Lucas 11:13). Esto es maravilloso, porque Dios mismo nos dice que le pidamos Su Santo Espíritu.
Muchos creen que deben pedir el Espíritu Santo hasta que sean perfectos, pero lo que realmente debemos entender es que para perfeccionarnos necesitamos de Él. No podemos por nuestra propia capacidad llegar a ser perfectos. Para entrar en el camino de perfección necesitamos de Su Espíritu. Es Él el que nos va a proporcionar el poder para parecernos a Jesús. No esperes más. Sé lleno del Espíritu ahora. Sé parte de las piedras vivas ungidas por el Espíritu Santo que Dios está buscando. Déjate usar por Dios como una herramienta de transformación en la sociedad. Es cuestión de creer.
Armando Carrasco Z.
Un espacio para conocer más de la Biblia. Conocer todo aquello en lo que la Biblia puede ayudarnos. Conocer al Autor de la Biblia y entender que realmente es un "instructivo" o "manual" para que el hombre pueda llevar una vida plena y estable.
viernes, 19 de febrero de 2010
lunes, 1 de febrero de 2010
Palabra y Espíritu. La mezcla más poderosa sobre la tierra IV
Estamos estudiando que cuando se mezcla La Palabra con Su Espíritu se produce una mezcla poderosa. Estamos estudiando el pasaje de David contra Goliat.
Para ver los alcances del poder que resulta de esta combinación el mejor ejemplo es Jesucristo. Dice la Biblia que él es el verbo de Dios hecho carne. En otra forma de decirlo es La Palabra vivificada, o la Palabra de Dios hecha hombre.
Ahora lo interesante está en que la Palabra por sí sola tuvo que ser vivificada por el Espíritu de Dios. Jesucristo no empezó su ministerio hasta que no fue lleno del Espíritu Santo. Vemos en Lucas 3:22 “y descendió el Espíritu Santo sobre él en forma de paloma…” y en Lucas 4:14 “Y Jesús volvió en el poder del Espíritu a Galilea, y se difundió su fama por toda la tierra alrededor.”
Jesucristo, la Palabra de Dios hecha carne fue envestida del poder del Espíritu Santo. La Palabra mezclada con el poder del Espíritu Santo. Todo lo que hizo Jesús en la tierra fue por esta mezcla poderosa. Él sabía que solo no podía lograr sus objetivos. Él sabía que necesitaba de un poder sobrenatural para vencer toda tentación, para cumplir con su propósito de anunciar el Reino y para soportar el camino de la cruz.
Los resultados que todos conocemos repercuten hasta el día de hoy, repercuten hasta la eternidad, el cambió tu eternidad por haber cumplido su propósito pero no lo hubiera logrado si no mezclaba su esencia con el Espíritu Santo.
En Lucas 4:18 y 19 dice: “El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; a pregonar libertad a los cautivos, y vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos; a predicar el año agradable del Señor.”
Este es un pasaje que resume todo lo que hizo en la tierra nuestro Señor, y nada de lo que dijo faltó, se cumplió todo. Era una labor titánica, pero cumplió al pie de la letra. Vino en el poder del Espíritu Santo. Se mezcló La Palabra de Dios con su Espíritu y ¡Bum! Cambió la eternidad del hombre.
El destino del hombre dio un giro de 180 grados. Adán perdió el rumbo, Jesucristo (El segundo Adán, lo llama la Biblia) retomó el curso del destino del hombre; restauró la relación del hombre con su creador y le devolvió las llaves del reino que había perdido.
Eso, eso solo se pudo lograr mezclando La Palabra con Su Espíritu.
Armando Carrasco Z.
Para ver los alcances del poder que resulta de esta combinación el mejor ejemplo es Jesucristo. Dice la Biblia que él es el verbo de Dios hecho carne. En otra forma de decirlo es La Palabra vivificada, o la Palabra de Dios hecha hombre.
Ahora lo interesante está en que la Palabra por sí sola tuvo que ser vivificada por el Espíritu de Dios. Jesucristo no empezó su ministerio hasta que no fue lleno del Espíritu Santo. Vemos en Lucas 3:22 “y descendió el Espíritu Santo sobre él en forma de paloma…” y en Lucas 4:14 “Y Jesús volvió en el poder del Espíritu a Galilea, y se difundió su fama por toda la tierra alrededor.”
Jesucristo, la Palabra de Dios hecha carne fue envestida del poder del Espíritu Santo. La Palabra mezclada con el poder del Espíritu Santo. Todo lo que hizo Jesús en la tierra fue por esta mezcla poderosa. Él sabía que solo no podía lograr sus objetivos. Él sabía que necesitaba de un poder sobrenatural para vencer toda tentación, para cumplir con su propósito de anunciar el Reino y para soportar el camino de la cruz.
Los resultados que todos conocemos repercuten hasta el día de hoy, repercuten hasta la eternidad, el cambió tu eternidad por haber cumplido su propósito pero no lo hubiera logrado si no mezclaba su esencia con el Espíritu Santo.
En Lucas 4:18 y 19 dice: “El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; a pregonar libertad a los cautivos, y vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos; a predicar el año agradable del Señor.”
Este es un pasaje que resume todo lo que hizo en la tierra nuestro Señor, y nada de lo que dijo faltó, se cumplió todo. Era una labor titánica, pero cumplió al pie de la letra. Vino en el poder del Espíritu Santo. Se mezcló La Palabra de Dios con su Espíritu y ¡Bum! Cambió la eternidad del hombre.
El destino del hombre dio un giro de 180 grados. Adán perdió el rumbo, Jesucristo (El segundo Adán, lo llama la Biblia) retomó el curso del destino del hombre; restauró la relación del hombre con su creador y le devolvió las llaves del reino que había perdido.
Eso, eso solo se pudo lograr mezclando La Palabra con Su Espíritu.
Armando Carrasco Z.
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