lunes, 23 de febrero de 2009

Salmos 119 Lamed (Parte 51)

“De todo mal camino contuve mis pies, para guardar tu palabra. No me aparté de tus juicios, porque tú me enseñaste.” Salmos 119:101-102

Somos humanos, por naturaleza cometemos errores. Absolutamente todos los hombres cometen equivocaciones. De este tipo de errores no es lo que está hablando este salmo, lo aclaro por lo radical que se escucha, realmente lo que está diciendo David abarca dos cosas.

Caminos de maldad. Sendas de vida que por sí mismas son maldad. El hombre tiene la capacidad de decidir qué tipo de vida lleva. Cada hombre y mujer puede contenerse de caminar por estas sendas. El mal camino se refiere a todo aquello que te va alejando más y más de Dios. Es un camino que te lleva al lado contrario de donde está Dios. Entre más camines por él más te alejas de Dios.

Uno no puede navegar por un camino de maldad y guardar Su Palabra. Por el simple hecho de que uno de los principios de guardar su Palabra implica ir por el buen camino.

Hábitos.
Lo segundo a lo que se refiere es de todas aquellas cosas erróneas que hacemos hábito. Son aquellas cosas que permitimos que se nos conviertan en un hábito. Un día hacemos algo que está equivocado y poco a poco lo hacemos hábito hasta que formamos un camino, una senda bien definida donde el hábito nos controla y nos dirige.

De esos hábitos son los que tenemos que contenernos de caminar en ellos, como mencioné en un principio, todos no equivocamos, pero de una equivocación puedes hacer un hábito.

Un ejemplo muy burdo es la mentira, tal vez por ciertas circunstancias un día decides mentir, te cuesta pero mientes, el problema crece y permites hacer de la mentira un hábito. Por eso dice el salmista que de mal camino contuvo sus pies. Concientemente evitar que un error lo conviertas en hábito, que de una caída la conviertas en una forma de vida.

Y cierra esta pasaje con algo muy esperanzador. Cuando leemos la Biblia y decidimos ponerla por obra. Entramos a un aula especial donde nuestro maestro es Dios mismo. Eso nos coloca en una zona de obediencia, saber que nuestro tutor es Dios, hace que de todo corazón lo obedezcamos.

Lo que Dios enseña nunca, jamás se olvida.

Armando Carrasco Z

martes, 17 de febrero de 2009

Salmos 119 Lamed (Parte 50)

“Más que todos mis enseñadores he entendido, porque tus testimonios son mi meditación. Más que los viejos he entendido, porque he guardado tus mandamientos.”Salmos 119:99-100

Estamos estudiando este Salmo parte por parte porque está muy enfocado a la Palabra y a todos su beneficios. Y en esta parte podemos ver claramente los alcances prácticos de La Palabra.

En primer lugar vemos que David se ha hecho mas entendido que sus maestros y viejos, que ha logrado darse cuenta que sabe más, que entiende mejor que sus maestros y aún de personas mayores que él. La Palabra de Dios tiene un poder que nos hace entender las cosas de una manera profunda.

La Biblia no es un libro místico, no es un libro para aprender a subir “niveles espirituales” es un libro que te da entendimiento de la vida. De cosas prácticas. El problema es que hemos etiquetado a la Biblia como un libro anticuado que ofrece soluciones anticuadas, pero la verdad es que está mas actualizada que cualquier otra tecnología de punta. Nosotros somos los que estamos retrasados para entender sus contenidos, creo yo por una simple razón; No la leemos, lo que tenemos en la cabeza es información que nos llegó de otros, opiniones de terceros, y allí es donde se pierde todo. Por eso insisto en invitarte a que te acerques a ella, y verás que encontrarás lo que tanto has buscado. Créeme la solución está allí.

Busca en este blog, puedes empezar de cero a conocer la Biblia.

Después vemos que David no solo nos dice lo que ha logrado con la Biblia sino que nos dice cómo lo ha logrado, cómo es que ha llegado a tener más entendimiento que sus maestros y que personas mayores que él.

Y son dos puntos; dice que medita y guarda Su Palabra.

Una herramienta que potencializa el contenido de la Biblia es meditar lo que leemos. Con La Palabra no se trata sólo de leerla como el periódico, se trata de meditarla. De pensar detenidamente y reflexionar en ella. Inténtalo y verás cómo cobra una dimensión práctica para tu vida.

Por otro lado, sucede a menudo que la gente cree que por solo leer la Biblia recibirá los beneficios, y es cierto hay algunos provechos por solo leerla, pero lo que si es cierto es el poder que se obtiene cuando pones en práctica lo que lees. Eso hace que te empoderes.

Armando Carrasco Z.

martes, 10 de febrero de 2009

Salmos 119 Lamed (Parte 49)

“¡Oh, cuánto amo tu Ley! Todo el día es ella mi meditación. Me has hecho mas sabio que mis enemigos con tus mandamientos, porque siempre están conmigo.” Salmos 119:97-98

Creo que todos en la vida nos hemos encontrado con algún enemigo. Con alguien que nos acecha y nos molesta, estos enemigos que podemos tener van desde lo intrascendente hasta lo grave. En algunas ocasión tenemos enemigos con una razón de peso pero en otras ocasiones tenemos enemigos sin razón. Pero sea cual sea la causa, es que todos en algún momento de nuestra vida hemos tenido enemigos.

Y cuando estamos en una situación así muchas veces ya no sabemos qué hacer, son situaciones que nos colocan en un punto donde nuestra mente no da para más. Creemos que no hay solución o que nuestros enemigos son mas listos que nosotros.

Sin embargo, cuando meditamos en la Biblia, encontramos una sabiduría imposible de superar. Su Palabra nos da sabiduría. Son consejos directos del cielo. El problema es que no hemos visto a la Biblia como un libro de consejos, siempre la hemos etiquetado como un libro religioso. Pero sinceramente está repleto de sabiduría, llena de consejos prácticos para la vida, incluyendo soluciones para las situaciones en las que tenemos enemigos.

Pero no basta con tenerla de adorno en el librero, allí solo se llena de polvo. Tampoco es suficiente con leerla. Es necesario meditarla, estudiarla. A tal grado que lleguemos a amar la Palabra de Dios. Esta parte del pasaje dice el porqué han hecho a David “sabio”.

Dice que Sus Mandamientos siempre están con él. Esa es la forma en que debemos aferrarnos de la Biblia, de tal manera que todo el tiempo, todo el día, Su Palabra esté con nosotros.

No hay nada que se le haya pasado a Dios. No hay un tema que Dios dijera “¡Chispas! Se me olvidó hablar de ese tema en la Biblia”, no, todos los temas necesarios para la supervivencia del hombre se tratan en la Biblia. El problema es que no la sacamos del librero porque la consideramos como un libro religioso.

Tal vez tu enemigo no sea tu vecino ni un compañero de trabajo. Tal vez te enemigo sea la flojera, la mentira, el chisme, y tantas cosas que se levantan como enemigos de nuestra vida. El consuelo está en que para toda batalla hay una victoria en la Biblia.

Hagamos de la Biblia nuestro motivo de meditación. En ella encontraremos la sabiduría que necesitamos para nuestra vida diaria.

Armando Carrasco Z.

martes, 3 de febrero de 2009

Salmos 119 Lamed (Parte 48)

“Los impíos me han aguardado para destruirme; más yo consideraré tus testimonios. A toda perfección he visto fin; amplio sobremanera es tu mandamiento.” Salmos 119:95-96

Impío de acuerdo al diccionario; significa “ateo” o alguien que no respeta lo sagrado. En otras palabras es alguien que no tiene la menor restricción moral para detener su maldad contra alguien o algo que es sagrado o que tiene que ver con lo santo de Dios.

Por otra parte la palabra “santo”, de acuerdo a su etimología quiere decir apartado para Dios. Cabe aclarar que no es alguien que hace tantas obras buenas que ha logrado pureza o un grado alto dentro de la espiritualidad. Es alguien que ha sido apartado para Dios. De acuerdo a la Biblia cuando alguien cree y confía en Jesucristo se convierte en santo.

Entonces ahora sí entendemos las dos partes, cuando alguien empieza a hablar de Dios casi de inmediato aparecen aquellos que no lo respetan, y empieza una persecución. Que puede ir desde lo ligero hasta aquellas con fatídicas consecuencias.

Estas persecuciones tan abiertamente declaradas entre lo profano contra lo santo, provocó que David escribiera que se sentía acorralado por sus enemigos, él se daba cuenta cómo lo estaban “aguardando” para destruirlo. Pero curiosamente en lugar de pedir auxilio como en otras ocasiones, afirmó que el estudiaría Su Palabra. Él sabía su poder. Encontraba la solución por escrito a sus problemas.

Es lo mismo que pasa hoy, tal vez tus enemigos no sean impíos implacables, tal vez tus enemigos sean problemas cotidianos que te rodean y quieren destruirte, entonces puedes hacer lo mismo que el autor del salmo, busca qué dice Su Palabra, estúdiala, medítala, verás que encontrarás la solución. Esta es una de las cosas valiosas de la Biblia.

Por otro lado, en este mismo pasaje vemos algo que también refleja el enorme valor de las Escrituras. Dice David “a toda perfección he visto fin”. Clara y determinante afirmación. No hay perfección creada que dure para siempre. La belleza de la juventud, la grandeza de las grandes construcciones, la sabiduría de un hombre, la gloria de un imperio, todo, todo tiene un fin. Por muy hermoso y perfecto que se vea en su día, tiene un fin.

En cambio su palabra como lo dice en este mismo pasaje es amplia, es permanente, es eterna. No cambia y no tiene fin, Su Palabra es perfecta y esa perfección es eterna. Nada puede competir en perfección y durabilidad. Tal vez algo nos haga decir lo increíblemente perfecto de una obra, pero de ninguna de cualquier obra perfecta podremos decir que durará para siempre. De Su perfecta Palabra; sí.

Armando Carrasco Z.